La transición hacia una economía sostenible y sustentable  con bajas emisiones de carbono es un desafío global que exige soluciones integrales y diversificadas. En este contexto, el gas natural ha emergido como un actor clave en la transformación del sector energético.

El gas natural, obtenido a partir de fuentes biodegradables como residuos urbanos, industriales y agrícolas, así como cultivos energéticos, es reconocido como el combustible fósil más limpio en términos de emisiones de carbono y otros contaminantes. Su impacto medioambiental es bajo, lo que lo convierte en una valiosa herramienta para reforzar la descarbonización y alcanzar los objetivos de reducción de emisiones establecidos en acuerdos internacionales.

Una de las ventajas más destacadas del gas natural es su versatilidad y complementariedad con las energías renovables. Mientras las fuentes eólicas y solares son intermitentes debido a la variabilidad climática, el gas natural actúa como un respaldo confiable, asegurando la estabilidad y confiabilidad del suministro de energía. Su uso en el transporte ha demostrado ser una alternativa más limpia y eficiente, emitiendo menos contaminantes atmosféricos en comparación con los combustibles tradicionales.

Además, el gas natural ha sido fundamental en la transición de la generación de energía, reemplazando al carbón en muchas regiones del mundo. Esta transición ha llevado a una disminución significativa de las emisiones de carbono, contribuyendo directamente en la lucha contra el cambio climático.

Otro recurso relevante es la producción de hidrógeno a partir del gas natural. El hidrógeno se perfila como una opción prometedora para almacenar y transportar energía en grandes cantidades, y el gas natural se posiciona como una fuente idónea para su producción.

A pesar de todas estas ventajas, es importante reconocer que el gas natural no es una solución definitiva al cambio climático. Si bien es menos contaminante que otros combustibles fósiles, sigue siendo una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, una verdadera transición energética requiere un enfoque integral, que combine fuentes de energía renovable, almacenamiento eficiente y tecnologías limpias.

En conclusión, el gas natural juega un papel crucial en la transición energética global al ser una fuente de energía más limpia y confiable. Complementa las energías renovables, impulsa el transporte sostenible y promueve la generación de energía limpia. Sin embargo, alcanzar una economía de bajas emisiones de carbono requerirá el compromiso conjunto de gobiernos, empresas y sociedad para desarrollar soluciones innovadoras y abordar los desafíos del cambio climático.